El tipo de “psicología del
compartir” que se requiere para lograr el uso compartido (total o parcial)
puede ser, sin duda, muy valioso como recurso humano – aún en forma incompleta
– para preservar y cuidar el ambiente. Cuando dicho enfoque se reemplaza por un
activo uso de incentivos y de cálculos privados de beneficios y utilidades
personales
La ética medioambiental es
una ética aplicada que reflexiona sobre los fundamentos de los deberes y
responsabilidades del ser humano con la naturaleza, los seres vivos y las
generaciones futuras. El objetivo es
evaluar la crisis socio ecológica planetaria, bajo la guía de dos principios
éticos y un concepto ético-político
derivado: primero, el principio de responsabilidad como cuidado del ser
vulnerable (los seres humanos actuales y futuros y la restante vida
planetaria); segundo, el principio de justicia ecológica en sus tres vertientes
complementarias: la justicia global (las desigualdades socioeconómicas a nivel
planetario), la justica intergeneracional (generaciones futuras) y la justicia
interespecífica (principio de hospitalidad biosférica hacia los otros seres
vivos); y el concepto ético-político de ciudadanía ecológica en una sociedad
global. Consideramos que para desarrollar una ética medio ambiental es
necesario equilibrar un antropocentrismo ético moderado con un biocentrismo.
Esto quiere decir que la primera obligación ética ecológica es garantizar la
supervivencia humana y la dignidad de la vida humana actual y futura, puesto
que lo primero en verse afectado por la crisis socio ecológica es el proyecto
civilizatorio humano, con todos sus logros y riquezas culturales, científicas,
éticas y políticas. Ello, por lo demás, teniendo en cuenta que la vida
planetaria, pese a los impactos ambientales humanos, seguirá adelante en su
proceso evolutivo.
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